Soy contraria a los tópicos, siempre lo he sido. La historia de la mujer y el vino, la relación entre ambos, ha sido algo que siempre me ha fascinado. Conozco a muchas mujeres sumilleres, enólogas, bodegueras... auténticas profesionales y bebedoras por qué no, de vino. Defiendo a las que, por su sensibilidad especial, distinguen entre los mejores caldos, ya sean tintos, rosados o blancos, y no sólo estos últimos, a los que siempre se nos ha asociado. Creo en las manos delicadas que cuidan la cepa en lugar de tejer o hacer ganchillo. Me encanta meter las narices donde no me llaman, sobre todo si es una buena copa de vino. Me gusta ir sola a los bares y beber, porque soy bebedora.
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